La
clase hoy ha sido más aburrida. Es ese libro, que no es la fiesta, y mi
inconexión que me impide buscar canciones o juegos más entretenidos. Voy a
tirar de lo que ya tenía, y ya me han dicho cómo hacer fotocopias (o quién me
las puede hacer, porque aquí hay rangos claramente diferenciados, y no te dejan
mover un dedo. Si está la que trae el café y pone el agua, no intentes ir tú a
la cocina).
A
la 1 se acabó la clase y me devolvieron a la residencia, donde la médica
dormitaba. Me hice unos espaguetis con los cacharros de la de la pipa de ayer,
que como le conté mi problema me ofreció todas sus cosas, y me medio dormí yo
también, con la tele puesta. Cuando nos despertamos la tele se había estropeado
(otra vez, porque son cosas que pasan, que se vaya el cable o que corten la luz
de repente) y había una especie de crisis por toda la zona. Así que la médico,
para salir de ella, me dijo que si la acompañaba de compras, y fuimos en coche
a una especie de droguería cercana a la que puedo ir andando, a otro
supermercado (en el que tampoco encontré carne… de esta me hago vegetariana, a
la fuerza) y recorrimos media ciudad para ir a una tienda de saris a que ella
revolviera cielo y tierra para comprarse dos. Mientras lo hacía, yo me
enamoraba de alguno de ellos y me ponía como meta no salir del país sin uno.
Aunque a la vuelta, la amiga de las sartenes me ha dicho que esa tienda es
súper cara, y probaré en otros sitios. Como la tienda estaba lejos nos ha dado
tiempo a hablar de lo humano y lo divino. Ella es cristiana, sólo hace dos años
que vive aquí porque antes vivía en Japón y tiene un trabajo que la obliga a
viajar cada muy poco tiempo, cosa que le encanta porque además lo paga la
empresa, y aspira a conseguir cambiar de país de residencia porque no quiere
estar más en la India, pero sus padres quieren que se case, y eso… siempre es
difícil. Aunque supongo que pertenece a una nueva generación de chicas que no
se casan porque se lo digan sus padres, pero siempre queda algo ahí. Es una
generación que viste con saris modernos, con vaqueros y a veces camisetas, que
trabajan y no quieren quedarse en casa haciendo lo mismo que hicieron sus
padres. En el fondo se ve el cambio y la actitud emergente, el deseo de salir y
no depender de padre o marido (porque incluso en los formularios tienes que
rellenar eso: padre o marido, sin importar si estás soltera o lo vas a estar
siempre, o si tu padre vive tan lejos que ellos difícilmente podrán ir a
preguntarle algo).
Hacemos
una parada en el camino para probar agua de coco, que a ella le encanta y a mí
me gusta también, aunque luego comer el coco en sí es un poco asqueroso porque
tiene un tacto como a chipirón, que no deja de ser extraño para una fruta. Esto
lo tenéis que probar (los que vengáis a verme). Aunque no sé si sabré pedirlo
porque me ha dicho que los vendedores de coco no hablan inglés. Y es que aquí
la mayoría de la gente lo habla, pero sólo si han pasado por el colegio. El
resto se comunica en hindi, que es común para todos, y luego en la lengua del
estado, que en este caso es el kannada, pero como viajan tanto no siempre
hablan kannada entre ellos porque no todos son de aquí, y tampoco
necesariamente hindi. Así que les oigo cambiar de idioma y mezclarlo mientras
yo todavía estoy asimilando si estoy entendiendo o no lo que me dicen.
Volvemos
a casa y la tele sigue rota, así que vemos una película en su portátil mientras
cenamos y… poco más. Poco más hay que
hacer en general aquí. Y mañana no sé qué voy a hacer con un día entero por
delante totalmente sola… qué ganas, qué ganas de que venga Ana, de estar en mi
casa, de tener internet, de saber moverme, de perder el miedo, de… ¿vivir?
Intento ser positiva y no ahogarme en esta habitación, pero no está siendo
fácil. Sí lo es fuera, pero se hace terrible aquí dentro.
Mañana
es lunes, o domingo.
1 cerca de veras!:
Madre mía, cuantas cosas en una semana!
Poco a poco, los saris son bonitos, y la coca-cola es coca-cola en todo el mundo (no el cola-cao parece ser, pero ya te mandaré para que no sufras).
Este es el periodo de adaptación, hasta que te mudes a tu casa, con tu internet y tu Ana española. Disfruta lo que puedas ,que no siempre se puede en una habitación compartida con bichos(recuerda el remedio de la tónica), o sin plato de ducha.
Intenta no venirte abajo antes, ten claro que esto es solo un tiempo, que todo va a ser mejor después, y que si no, no tienes que estar allí si no quieres.
Estamos conectadas, más de lo que crees, y todo va a ir bien, en cuanto le pilles el truco a la ciudad. Yo también estoy poniendo al día mi blog, para vivir cada momento como si estuvieramos juntas.
Mucho animo,gggguapa! te quiero mucho, y si tengo que ir a salvarte voy(que si en pekin express viven con un euro al día, yo puedo llegar allí en un mes :P)
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cerca de veras!!